A lo largo de la historia, la humanidad siempre ha estado influenciada por fuerzas que se combaten entre sí y que han dado origen a innumerables mitos, leyendas, creencias, etc. Todos conocemos o hemos escuchado acerca de la Gran Batalla de Dios y el Diablo por la conquista de las almas de las personas humanas, lo que ha generado a su vez, los conceptos de cielo e infierno, bien y mal, luz y tinieblas, entre otros muchos que se relacionan directamente con la forma de vida de las personas, con sus sentimientos y emociones, con su forma de pensar y de actuar, generando así multiplicidad de creencias que se confunden con la fe.
El Venerable Maestro Samael Aun Weor, fundador de las Instituciones Gnósticas para esta época, nos devela muchos de esos enigmas y misterios que siempre han estado presentes en nuestras vidas, y en su libro “la Revolución de la Dialéctica” al igual que otras de sus obras, dedica un capítulo para mostrarnos exactamente en dónde se sucede esta Batalla de los Opuestos, que es lo mismo que decir dónde se procesa la Ley de la Dualidad en cada uno de nosotros.
Mucho se ha hablado del yo, del mi mismo, del ego; y es justamente ese “querido ego” el causante de esas luchas o batallas discordantes que nos ponen a todos y cada uno de nosotros en medio de esa dualidad creando dudas, desconfianzas, creencias, dogmas y toda una gran variedad de conceptos erróneos que hacen de nuestra vida misma un gran dilema difícil de solucionar.
En “la Revolución de la Dialéctica” el V. M. Samael, nos ilustra claramente y nos permite encontrar la razón por la cual esa ley de la dualidad ejerce tanto poder en nosotros. Podemos darnos cuenta de que todo este batallar se produce en la mente de la persona y tiene su origen en el agregado o yo psicológico, el cual, teniendo el dominio de nuestro centro pensante, siempre nos pone ante la dualidad de la tesis y la antítesis generando así todo aquello que ya hemos mencionado.
Se hace necesario que comprendamos, amables lectores, que lo único que nos diferencia a los habitantes del reino humano con los habitantes del reino animal, no es otra cosa que la razón, es decir, tenemos la capacidad de razonar. Lamentablemente, mientras exista el ego, el agregado psicológico – que es la suma de todos los defectos que hemos desarrollado -, jamás podremos hacer uso adecuado de nuestra mente y todo su poder, puesto que la psiquis está contaminada e invadida por esos diversos yoes que nos hacen actuar de una forma completamente inhumana. Es por esto que el Venerable Maestro Samael al referirse a la humanidad actual lo hace con el término de humanoides o mamíferos intelectuales equivocadamente llamados hombres; no es por desprecio ni mucho menos, sino como un llamado a la reflexión íntima para que reconozcamos en cada uno de nosotros la necesidad de realizar un trabajo profundo de autoconocimiento y de eliminación de esos aspectos egóicos, animalescos que nos impiden el desarrollo y crecimiento espiritual.
Los estudios gnósticos nos dan las claves efectivas para que podamos salirnos de la mecánica de nuestra mente gobernada por el ego y así podamos también dejar de debatirnos entre los extremos de la tesis y de la antítesis que se enfrentan siempre, ubicándonos sabiamente en el camino del medio, de la síntesis conceptual, quitándole así la hegemonía que siempre ha tenido el ego sobre nuestra mente y aportándonos a su vez, lucidez, claridad de propósitos, autoconfianza, fe solar, dinamismo y sabiduría para poder vivir sabía e intensamente nuestra propia vida.
Nuestra invitación a todos quienes nos leen, es a que indaguemos y no nos cansemos de buscar respuestas a nuestras inquietudes, siempre teniendo presente estos aspectos aquí expuestos en relación con nuestra mente terrena. Es necesario dejar de teorizar y empezar a practicar lo aprendido para tener “la experiencia directa”, que es la única verdad valedera, salir de las creencias y entrar al campo de la comprobación.